
Autor: Frei Betto
La guerra es como Jano: tiene más de un rostro. Además de la bélica, existen también la diplomática, económica, política y cultural. La guerra cultural consiste en imponer la versión del dominador sobre los dominados. Es lo que siempre han hecho las industrias del entretenimiento de Disney y Hollywood.
Ahora, Trump ha declarado la guerra económica a Brasil al prometer que a partir del 1 de agosto impondrá aranceles del 50% a los productos brasileños importados por Estados Unidos si el proceso contra Bolsonaro, que considera una “cacería de brujas”, no es archivado de inmediato.
Esa injerencia imperialista en el poder judicial brasileño (a ocho jueces del Tribunal Supremo Federal se les ha prohibido la entrada en Estados Unidos) solo tiene un precedente grave en más de 200 años de relaciones entre los dos países: el golpe de 1964, que derribó al presidente constitucionalmente electo, João Goulart, e impuso una dictadura militar que se prolongó por 21 años.